LV
LA ROSA MARINA
Sólo quedan los ecos de la rosa marina,
su tránsfuga alboroto de rosa fugitiva.
Con alfileres de agua la rosa sostenida
del aliento del aire, y a tientas, se equil
ibra
en la frágil memoria de noches y de días:
los días que la recuerdan, las noches que lo olvidan.
Sólo queda el vestigio, la sorda algarabía
de su palabra roja, de sus frágiles sílabas.
No, no se puede abarcar a la rosa marina. Podemos si acaso,
decir que la rosa marina repite la memoria interior de los poetas.
O anunciar su nuevo advenimiento y afirmar
que la rosa nacerá en el rincón más azul del universo.
Se puede, con un poco de suerte, y con un litro de cielo
y las yemas de cinco soles, cocinar a la rosa y devorarla.
O podemos celebrar sus aniversarios clandestinos, y
adivinar que cumple mil años carismáticos...
Fernando del Paso