SONETO X
A FERNANDO DE SORIA GALVARRO
Vos ¡oh común Señor! esta criatura
vuestra hiciste del polvo, y vuestro aliento
le prestó ser y vida y movimiento,
y la razón derecha y la figura.
Yo ciego, y, como ciego, la dulzura
seguí, de un breve y falso bien sediento
(¿qué útil pudo al polvo traer el viento?)
y olvidéos, fuente llena y siempre pura.
¡Oh agravio sin igual! ¿Qué recompensa
dar puedo, si aun me duelo escasamente,
y otra repito luego y otra ofensa?
Largádmelas, Señor, que si las sañas
guardáis vos, un tan franco y tan paciente
Dios, ¿en quién habrá fáciles entrañas?
Francisco de Medrano