SONETO V
Vine y vi, y sujetome la hermosura
de un serafín que en apariencia humana
a los mortales ojos tal se allana,
que aunque flacos, sostengan su luz pura.
Así mirarse, deja con segura
vista el temprano sol de la mañana,
y entre nubes de nieve, tinta en grana,
permite a nuestra vista su figura.
Venciome, y tan dichoso fui vencido
cuanto sin tiempo de gozarme en sello,
porque me priva ausencia de gozarlo;
que de muy sin ventura siempre ha sido
llegar al bien, y vello ya y tocayo,
y para más dolor luego perderlo.
Francisco de Medrano