MEDITACIÓN DEL TACTO
La piel que transparenta un alma fría.
La piel que representa un fuego helado.
La piel que es la frontera de un callado
fluir de sangre herida en la que ardía
el secreto de luz del mediodía
y el enigma nocturno del pecado.
La piel acariciada por la aurora.
La arañada de blanco por la luna.
La piel que busca piel en su deriva.
La piel estremecida ante la aurora.
La piel que se hace luna ante la luna.
La carne tan valiente y fugitiva.
Felipe Benítez Reyes