DAGUERROTIPO DE UNA DESCONOCIDA
Esa muchacha que en el daguerrotipo está mirándonos,
que no sabemos quién fue ni como se llamaba;
esa muchacha tan deliciosamente fresca bajo su blusa de encajes,
frágil con el temblor del pájaro que una vez hemos tenido en la mano;
el óvalo de cuya cara nos hiere de belleza,
las líneas de cuyas manos dibujan la esperanza o la ternura;
esa muchacha está en peligro, ya ven, y no se da ni cuenta.
El día se le está yendo como el aroma escapa de la rosa,
el nombre se le está yendo como está yéndose la música, no se da cuenta.
Sólo un instante más y ya no podremos ampararla, no podremos;
el rumor de su falda se ocultará en la sombra de los márgenes;
ligera se habrá ido como si no tuviese un cuidado en el mundo
y en su lugar habrá cosas sin alma que el polvo aquieta con la punta de sus dedos.
No estará la muchacha, la perfección, la gloria de la luz, sino su imagen
manchada ya, tocada ya, dañada, como por una mosca, por la fecha.
Es demasiado joven para el odio del tiempo.
Eliseo Diego