OTOÑO
Traducción de Albert Samain
Para Milciades Peralta
Con pasos mesurados por la avenida fría
vagamos taciturnos bajo la paz del cielo;
la tarde otoñal sufre no sé qué nostalgía,
y en una indefinible, brumosa lejanía
pasan mujeres blancas con túnicas de duelo.
Como una inverosímil violeta, en el ocaso
deshójase la hora muriente. En la avenida
cada hoja susurrante y enferma que al acaso
rueda de la arboleda con un fru-fru de raso,
evoca en nuestras almas alguna ilusión ida.
Su corazón ya frío, y el mío, indiferente,
sueñan, aletargados, con un distinto puerto,
pero en la tarde hay una dulzura tan doliente,
tan suave, que olvidamos nuestro vivir incierto,
y en la desesperanza del día que se aleja
hablamos en voz baja, que tiene algo de queja,
de nuestro amor difunto, como de un niño muerto...
Eduardo Castillo