DOMINGO EN LA BAHÍA DE NUESTRA SEÑORA
A Nibaldo Mardones Bascuñan y Juan Luis Aguilera
Del opaco gemir de sus gaviotas
cae a Taltal la tarde forastera.
Taltal es una historia de madera
donde el tiempo olvidó sus viejas botas.
Una luz de venturas ya remotas
le entristece la sangre calichera:
se acuna el oro en una calavera...
¡En qué asfixias de horror, Taltal, te agotas!
Por el perdido brazo de Moreno,
el de tus rotos floreció bravío:
labrada fuiste en corazón humano.
De las alhajas de tu mar sereno
hasta los cerros de mentón sombrío,
¡«El Manco» siembra el rayo de su mano!
Andrés Sabella