II. QUEDAMENTE...
Me la trajo quedo, muy quedo, el Destino,
y un día, en silencio me la arrebató;
llegó sonriendo; se fue sonriente;
quedamente vino;
vivió quedamente;
¡queda... quedamente desapareció!
Marzo 25 de 1913
Amado Nervo
Y en Obras completas, Madrid, Aguilar, 1972 (Los Grandes Clásicos).