A JUAN JOSÉ Y MARÍA LUISITA
En el día de su boda
El amor es fuente y río,
fuente y río, playa y mar,
viaje de tierra y de cielo;
un hilo en su primer pío,
luego torrente al bajar
y remanso al fin del vuelo.
Tiene un rebrinco gozoso
retozando su nacer,
y el glu-glu de su fluir.
se hace cantar amoroso
en el regato, al sorber
distancias de su vivir.
Se estira por la ladera
con prisas de libertad,
de jornadas y de metas.
¡Espumas de primavera,
frescores de claridad
en subconsciencias secretas!
Desemboca en la llanura
con más lecho y más orillas.
¡El mundo se hace mayor!
Su paisaje de ternura
abarca otras maravillas.
¡Ya ha madurado el amor!
Ahora es camino y espejo;
es ejemplo, caridad;
creación, aliento y riego;
recoge todo reflejo,
madura su densidad
en remansos de sosiego.
Le enriquecen afluentes
dilatando sus andanzas,
ya tiene muchas riberas,
ya tiene muchas corrientes,
juveniles remembranzas
de sus jornadas primeras.
Va acercándose a la playa;
descansa su lento andar
en ensueños dilatados,
medita, piensa y ensaya
el salto sobre la mar
de los confines dorados.
Enfrente, horizonte, linde,
arenas, barra, oceano,
y cumplida su misión
el amor su viaje rinde
conducido por la mano
ideal del corazón.
Vosotros sois el amor,
Juan José, María Luisita.
Las jornadas del camino,
hacedlas con el fervor,
del que acude a la gran cita
de un fin eterno y divino.
Adelina Gurrea