LA VERÓNICA
Eran flores bermejas en las losas
los pasos de Jesús el Salvador,
en su rostro sangrientas mariposas
cegaban de sus ojos el verdor.
Blandían su rencor hombres y cosas,
el silencio encogíase en pavor,
sólo un llanto rociaba misteriosas
congojas de piedad o santo amor.
Avanzó con un lienzo hacia Jesús,
a desvelar la luz de su mirada,
con místico valor, una mujer.
A Él se le hizo ingrávida la Cruz,
Y del lienzo la imagen regalada
sintió ella en su pecho florecer.
Adelina Gurrea