OLAS DE OTOÑO
Otoño, no este mar, hace las olas
fermentar como un vino
nuevo —y son las gaviotas,
ahora, los heraldos
de una embriaguez que ignora
los límites del agua y de la tierra.
Yerra en el aire —no alumbra— la luz,
confundida entre ser e iluminar,
y el hipocampo que huye hacia los montes
abandona su campo a las gacelas.
Mar de otoño: las horas se hacen olas
para negar el tiempo.
Ángel Crespo