PRIMER PAR
2
A José Hierro
Vida
Pero este mismo rostro (¿es el mismo?) es de hoy y al pasar
ahí se mira.
Tiene la ardida frente, pero no ahí ese toque de ceniza ilustre.
Todo el fuego en sus ojos. De niño, entre la bruma, una centella
hubiera.
Luego de hombre es más dura, no, más viva, y más
luce.
Bajo las cejas a veces, oculta por su órbita, es su fuego
invisible,
pero presente quema, hacia dentro, y consume.
Los devastados ojos con tristeza contemplan.
Con reserva se callan y en el fondo aún preguntan.
La vida es dura y queda sin explicar, y triste
algo como unas luces postumas en el mirar perdura.
Ojos, si siempre sabios, a veces levantándose
con ilusión, fulgiendo: matinal es la aurora.
Lavados por las aguas marinas: verde el monte,
verdes las aguas vivas de ese río allegándose
y verdes, casi verdes las voces, frescos gritos
de esa garganta lúcida donde hoy renace el mundo.
Si esa misma figura de antaño, que es de hoy y se mueve, en
lienzo residiese,
debajo alguien pondría: «Poeta X», y el año.
Aquí la frente que un soplo prematuro desguarneció.
Luego los ojos: la juventud primera pasó, que no sus luces.
Luego la enjuta mejilla, los pómulos marcados, sucinto el hueso
aún joven,
pero tocada ya la boca por un poso vivido. Pena o beso.
Y el rojo aún fresco bajo la ceniza.
Aquí también en negros, o en imprecisos grises,
los hombros. Nunca encaje, ni seda ai brazo. Mate
pasa el vestir sobre ese cuerpo opaco
que inmóvil ahora veis, y al fondo torres.
O mar. Por estos jardines litorales
no fuentes enturbiadas por el polvo de los caballos raudos,
sino en su fin el horizonte lívido, y velas, blancas velas,
arriadas o enhiestas por más brazos del hombre.
Y nubes grandes, cargadas de duelo, bajas para las frentes temerosas,
o rotas en el mar, que estalla en picos súbitos.
Pero hoy no es lienzo. El cuadro es la ventana.
José, Manuel, Enrique... Tu nombre al Norte es húmedo.
Galernas lo lavaron. El aire corre y pasa.
El tiempo no es un muro. Entrad: la puerta.
Vicente Aleixandre