MIRASTE AMOR Y VISTE MUERTE

Miraste amor y viste muerte,
amor o muerte fugitiva.
Miraste el mundo y viste huyendo
la rubia sombra tornadiza.

Amaste su cuerpo encendido.
Lo deseaste con tus labios.
Mas, solitario sobre el mundo,
era en tus ojos triste el campo.

Sé que en tu frente centellea
la leve chispa del misterio.
Veo en tus ojos vagas lunas
perseguidas entre luceros.

El resplandor de las estrellas
está en las palmas de tus manos.
Pero en tus venas bate, oscuro,
eco de un denso mar cerrado.

Miras el campo largo, abierto.
Es un desnudo allá extendido.
Tú lo acaricias con los ojos.
¡Latiente cuerpo lejanísimo!

La luz se ciñe a las colinas,
los dulces valles, suaves flancos.
Un ave blanca de deseo
pica entre los abiertos labios.

Brisa de oriente, rosa y vaga,
rodea el cálido presente.
Un cuerpo hermoso casi pesa
envuelto en luces de poniente.

Veo tu brazo alzar, tenderse;
tu pecho arder. Tus ojos brillan.
Pero el desnudo lejos yace
en soledades amarillas.

La tarde cae. El cielo se hace
azul, profundo, casi un agua.
Sobre ese extenso mar tranquilo
boga la luna plateada.

El aire inquieto te circunda.
Nunca más vivo vi al poeta.
Sobre su frente clavan todas
sus vivas puntas las estrellas.

Un corazón, un mar, un pecho.
¿Qué es el deseo cuando late?
Sombra de sombra, luz tangible,
rayo de luna hecho de carne.

Música entera te hace el mundo.
Vuela la tierra en su canción.
En los espacios infinitos
un astro imita un corazón.

El mundo es tuyo. Entre tus brazos
un cuerpo entero está presente.
Sobre tus labios, quietos, fijos,
están los labios de la muerte.