LA SIMA
A Carlos R. Spiterí.
A la orilla el abismo sin figura ensordece
mis voces. No, no llamo a nadie.
Mis ojos no penetran sordamente esas sombras.
¡Oh el abisal silencio que me absorbe! ¿Quién llama?
¿Quién me pide mi vida? Una vida sin amor solo ofrezco.
¿Qué tristes poderosos aullidos deletrean
mi humano nombre? ¿Quién me quiere en las sombras?
Heladas aguas crudas, pesadamente negras,
o un vapor, un aliento fuliginoso y largo.
¿Quién sois? No sois ojos hermosos fulgurando un deseo,
una pasión hondísima desde el fondo insondable;
no sois sed de mi vida, llama, lengua que alcanza
con su cúspide cierta mi desnudo anhelante.
Inmensa boca oscura, abismático enigma,
fondo del mundo, cierto torcedor de mi vida.
Vicente Aleixandre