NACIMIENTO ÚLTIMO
Para final esta actitud alerta.
Alerta, alerta, alerta.
Estoy despierto o hermoso. Soy el sol o la respuesta.
Soy esa tierra alegre que no regatea su reflejo.
Cuando nace el día se oyen pregones o júbilos.
Insensato el abismo ha insistido toda la noche.
Pero esta alegre compañía del aire,
esta iluminación de recuerdos que se ha iluminado como una
atmósfera,
ha permitido respirar a los bichitos más miserables,
a las mismas moléculas convertidas en luz o en huellas de las
pisadas.
A mi paso he cantado porque he dominado el horizonte;
porque por encima de él—más lejos, más, porque yo
soy altísimo—
he visto el mar, la mar, los mares, los no-límites.
Soy alto como una juventud que no cesa.
¿Adonde va a llegar esa cabeza que ha roto ya tres mil vidrios,
esos techos innúmeros que olvidan que fueron carne para
convertirse en sordera?
¿Hacia qué cielos o qué suelos van esos ojos no
pisados
que tienen como yemas una fecundidad invisible?
¿Hacia qué lutos o desórdenes se hunden ciegas
abajo
esas manos abandonadas?
¿Qué nubes o qué palmas, qué besos o
siemprevivas
buscan esa frente, esos ojos, ese sueño,
ese crecimiento que acabará como una muerte reciennacida?
Vicente Aleixandre