CAPÍTULO I
Desde siempre nací contra el poder y más aún
contra el poder de mí mismo, y esto explicaba, según creía,
no sólo una pronta ignorancia de las normas y el especial empeño
que puse siempre en transgredirlas sino también
mi sostenida inseguridad y torpeza en tantas cosas
y hasta quizá incluso el triste modo
en que durante estos años he jugado
a quererte y a perderte.
Y aunque no lo pensaba con orgullo
quizá sí que en el fondo me consolaba
el creer que además de un doloroso tormento
la inseguridad y la torpeza podían ser
una extraña forma de decencia.
Pero ahora
que reconsidero estas cosas siento
que mi incapacidad acaso no era más que un no atreverse
a encajar lo que la vida va trayendo
y que detrás de todo no dormían sino disfraces
y burdos modos de esconderse.
Que, bien mirado,
quizá sí que ha podido ser
el vivir mi cobardía.
Pero mis poemas
jamás. Ni su soledad
herida.
Santiago Montobbio