SONETO
HABIENDO MUERTO UN TORO EL CABALLO A UN CABALLERO TOREADOR
El que Hipogrifo de mejor Rugero,
ave de Ganimedes más hermoso,
pegaso de Perseo, más airoso,
de más dulce Arión, delfín ligero
fue, ya sin vida yace al golpe fiero
de transformado Jove, que celoso
los rayos disimula, belicoso,
sólo en un semicírculo de acero.
Rindió el fogoso postrimero aliento
el veloz bruto, a impulso soberano;
pero de su dolor, que tuvo, siento,
más de afectivo y menos de inhumano:
pues fue de vergonzoso sentimiento
de ser bruto, rigiéndole tal mano.
Sor Juana Inés de la Cruz