SONETO
JOCOSO A LA MISMA ROSA
Señora doña Rosa, hermoso amago
de cuantas flores miran sol y luna:
¿cómo, si es dama ya, se está en la cuna,
y si es divina, teme humano estrago?
¿Cómo, expuesta del cierzo al rigor vago,
teme humilde el desdén de la fortuna,
mendigando alimentos, importuna,
del turbio humor de un cenagoso lago?
Bien sé que ha de decirme que el respeto
le pierdo con mi mal lindada prosa.
Pues a fe que me he visto en harto aprieto;
y advierta vuesa merced, señora Rosa,
que le escribo, no más, este soneto
porque todo poeta aquí se roza.
Sor Juana Inés de la Cruz