SONETO
ADMIRA, CON EL SUCESO QUE REFIERE, LOS EFECTOS IMPREVENIBLES DE ALGUNOS ACUERDOS
La heroica esposa de Pompeyo altiva,
al ver su vestidura en sangre roja,
con generosa cólera se enoja
de sospecharlo muerto y estar viva.
Rinde la vida en que el sosiego estriba
de esposo y padre, y con mortal congoja
la concebida sucesión arroja,
y de la paz con ella a Roma priva.
Si el infeliz concepto que tenía
en las entrañas Julia no abortara,
la muerte de Pompeyo excusaría:
¡Oh tirana Fortuna, quién pensara
que con el mismo amor que la temía
con ese mismo amor se la causara!
Sor Juana Inés de la Cruz