ENDECHAS
QUE EXPLICAN UN INGENIOSO SENTIR DE AUSENTE, Y DESDEÑADO
Me acerco y me retiro:
¿quién sino yo hallar puedo
a la ausencia en los ojos
la presencia en lo lejos?
Del desprecio de Filis,
infelice, me ausento.
¡Ay de aquel en quien es
aun pérdida el desprecio!
Tan atento la adoro
que, en el mal que padezco,
no siento sus rigores
tanto como el perderlos.
No pierdo, al partir, sólo
los bienes que poseo,
si en Filis, que no es mía,
pierdo lo que no pierdo.
¡Ay de quien un desdén
lograba tan atento,
que por no ser dolor
no se atrevió a ser premio!
Pues viendo, en mi destino,
preciso mi destierro,
me desdeñaba más
porque perdiera menos.
¡Ay! ¿Quién te enseño, Filis,
tan primoroso medio:
vedar a los desdenes
el traje del afecto?
A vivir ignorado
de tus luces, me ausento
donde ni aun mi mal sirva
a tu desdén de obsequio.
Sor Juana Inés de la Cruz