LA GITANA
Se acerca ya la gitanilla ardiente,
de hondas pupilas y de labios rojos,
que llega desde el viejo continente
predicando la biblia con los ojos...
Ella cuando abre el encendido labio
clava en un corazón firme saeta,
mientras danza a la vez un mono sabio
al son de la rotunda pandereta.
La acompañan tres viejos: uno toca
triste zampoña de letal ternura,
otro una flauta electrizada y loca
y otro rasca un vioiín con mano dura...
Ellos que siempre hacia el confín avanzan
envuélvense en nostálgicos empeños;
y en torno suyo los recuerdos danzan,
al compás de una música de sueños.
¡Qué triste me parece agradecida
la gitana, que al fondo se sonroja,
cuando cae en su falda recogida
la vil limosna que el burgués le arroja!
A todos, ya la gloria, ya la muerte,
con un desdén supremo y soberano,
les adivina la futura suerte,
si les mira la palma de la mano.
Y otra vez canta... Y la gitana ardiente
de hondas pupilas y de labios rojos,
se regresa a su viejo continente
predicando la Biblia con los ojos...
José Santos Chocano