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NOTAS DEL ALMA INDÍGENA
AHÍ, NO MÁS

—Indio que a pie vienes de lejos
(y tan de lejos que quizás
te envejeciste en el camino,
y aún no concluyes de llegar...)
Detén un punto el fácil trote
bajo la carga de tu afán,
que te hace ver siempre la tierra
(en que reinabas siglos ha);
y dime, en gracia a la fatiga,
¿en dónde queda la ciudad?
Señala el Indio un ágil cumbre,
que a mi esperanza cerca está;
y me responde, sonriendo:
—Ahí, no más...

Espoleado echo al galope
mi corcel; y una eternidad
se me desdobla en el camino...
Llego a la cuesta: un pedregal
en que monótonos los cascos
del corcel ponen sus chischás...
Gano la cumbre; y, por fin, ¿qué hallo?
Aridez, frío y soledad...
Ante esta cumbre, hay otra cumbre;
y después de ésa, ¿otra no habrá?
—Indio que vives en las rocas
de las alturas y que estás
lejos del valle y las falacias
que la molicie urde sensual,
¿quieres decirle a mi fatiga
en dónde queda la ciudad?-
El Indio asómase a la puerta
de su palacio señorial,
hecho de pajas que el Sol dora
y que desfleca el huracán;
y me responde, sonriendo:
—Antes un río hay que pasar...
—¿Y queda lejos ese río?...
—Ahí, no más..

Trepo una cumbre y otra cumbre
y otra... Amplio valle duerme en paz;
y sobre el verde fondo, un río
dibuja su «S» de cristal.
—Este es el río; pero ¿en dónde,
en dónde queda la ciudad?-
Indio que sube de aquel valle,
oye mi queja y, al pasar,
deja caer estas palabras:
—Ahí, no más...

¡Oh, Raza fuerte en la tristeza,
perseverante en el afán,
que no conoces la fatiga
ni la extorsión del «más allá».
—Ahí, no más... —encuentras siempre
cuanto deseas encontrar;
y, así, se siente, en lo profundo
de ese desprecio con que das
sabia ironía a las distancias,
una emoción de Eternidad...

Yo aprendo en ti —lo que me es fácil,
pues tengo el título ancestral-
a hacer de toda lejanía
un horizonte familiar;
y en adelante, cuando busque
un remotísimo ideal,
cuando persiga un loco ensueño,
cuando prepare un vuelo audaz,
si adonde voy se me pregunta,
ya sé que debo contestar,
sin medir tiempos ni distancias:
—Ahí, no más...

autógrafo

José Santos Chocano


«Oro de Indias» (1941)

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