SERENAMENTE
Cuantos me han calumniado
y me han escarnecido
dieron tal magnitud a mi pecado,
que me duele el no haberlo cometido...
Si grande la aventura,
bendigo yo la trama
en que se urde el afán de la impostura,
que sólo es el reverso de la fama.
Podré lanzar un grito
o hacer un loco alarde;
mas bajo el peso de cualquier delito,
¿justificarme yo? ¡Fuera cobarde!
¿Me echarán en olvido
porque mi lengua calla?...
Nada importa vencer ni ser vencido:
lo que importa es ser grande en la batalla.
Bajé desde mis cumbres
a pastorear las greyes
no «contra» sino «sobre» las cumbres,
que hay que violar para engendrar las leyes.
Mi espíritu se ufana,
porque una chispa encierra
de la luz de una estrella tan lejana
que no se puede ver desde la Tierra.
José Santos Chocano