EL AMOR MUDO
Esto de los amores imposibles, me viene,
como una infausta herencia, de mis antepasados.
El árbol de mi heroica genealogía tiene
de Gonzalo de Córdoba el gran nombre: soldados
mandar supo en cien guerras, mas rindióse a una dama.
¡Ay! mujer, ¡tú no sabes cómo se abre un abismo
para el que ama, y no puede ni decir a quién ama!
De Gonzalo de Córdoba el mayor heroísmo,
fue el amar a su Reina, consumirse en tal flama,
y callar sus amores, y vencerse a sí mismo...
Tal Cupido, de lejos, me regala una flecha,
que a mi viene de súbito a clavarse derecha;
y después, esa mano, que la flecha me lanza,
en clausura la boca con el índice toca,
y me ordena silencio ¡Si tuviese esperanza
de que tú con la tuya me sellaras la boca!
Ya lo ves: en silencio te amo, te amo y me hundo
en mis propios amores como bajo de un peso.
Y callándome, a solas, voy así por el mundo;
mas si acaso te miro, con los ojos te beso.
Esto sí que se impone sobre mí, bien amada.
Callar puede la boca, pero no la mirada.
Si mis ojos te ofenden, con tu ojos de fuego
debes tú deslumbrarlos; que sería piadoso
que este amor, ya que es mudo, se volviese al fin ciego:
el silencio es martirio, la tiniebla es reposo...
José Santos Chocano