MEDALLÓN
(CALDERÓN DE LA BARCA)
Mordió el buril un disco metálico y fulgente
y fue grabando, en fina laminación, tu busto,
que al fin cobró un aspecto sacerdotal y augusto,
con túnica en los hombros y lauros en la frente.
El ojo imperativo y el labio sonriente
destacan su energía sobre el perfil robusto;
y al rededor, con letras de complicado gusto,
tu nombre va enroscando su nudo de serpiente.
La efigie reconoce quien apreció tu imperio.
En el reverso vibran, en elocuente escena,
dos manos sarmentosas que pulsan un salterio;
y, en las evocaciones de aquella Edad de Oro,
cuando, en aéreo círculo, el medallón resuena,
parece que palpita tu espíritu sonoro.
José Santos Chocano