PLÁTICA
(A MEDIA VOZ)
Converso contigo, cual con una hermana.
Recordamos juntos la vida lejana;
y clavas, al verme, dentro de los míos,
tus ojos serenos y fríos...
Tus ojos profundos parecen espejos,
en donde se miran, acaso de lejos
los seres queridos, la esposa, la hermana,
los hijos, la madre ya anciana...
Yo miro en tus ojos mi casa y mi huerta,
el ave en la jaula y el perro a la puerta,
las vides, debajo de cuyos sarmientos
mi padre contábame cuentos...
Yo miro en tus ojos los largos salones,
los techos labrados, los recios balcones,
los muebles más graves, los cuadros más viejos,
los ya desconchados espejos...
Yo miro en tus ojos la plaza sonora,
en donde en mi infancia corría, a la hora
en que, desde el cielo, llamaba al rosario
la voz del audaz campanario...
Yo miro en tus ojos el patrio paisaje,
la cúspide andina y el arduo boscaje,
la choza de paja, delante el estero
y detrás el gentil cocotero...
Yo miro en tus ojos... ¡Dios sabe qué miro!
Conversa, conversa: te escucho y suspiro.
Mas ¡no! Para hablarme, tus ojos son sabios;
y no abras, arquea los labios...
No sé lo que siento mirando tus ojos.
Quisiera a tus plantas, postrado de hinojos,
besarte las manos, diciéndote cosas
que fuesen manojos de rosas...
José Santos Chocano