LA CAOBA
Dócil caoba, entre las sabias manos
del ornamentador, se transfigura
en prodigios de artística moldura,
más llenos de primor si más livianos:
cuna de niños y ataúd de ancianos;
lecho en que duerme impávida hermosura;
pórtico de un alcázar de ventura;
y hasta trono de regios soberanos.
El penetrante olor de la madera
finge al olfato una ilusión extraña,
como si el alma de los bosques fuera;
y así, aunque el lustre del barniz engaña,
en más de una tal vez corte extranjera
se respira el olor de la montaña...
José Santos Chocano