NÚÑEZ DE BALBOA
Por la atónita selva, que pujante
abres, corno rasgada vestidura,
vas corriendo la intrépida aventura
de llevar tu pendón siempre adelante;
mas, de súbito, escuchas el gigante
rumor de un mar poblando esa espesura,
y reparas que crece y se apresura
cuanto más huyes tú del mar de Atlante.
Es otro... ¿No lo ves ? Hacia él te lanzas:
llegas por fin con tu bandera a solas,
y en el roto cristal entras y avanzas;
y diríase, al ver tu épico trazo,
no que tú penetraste entre las olas,
sino que el mismo mar... ¡te dio un abrazo!
José Santos Chocano