EL AMOR DEL DORADO
I
Tú sabes que es mi patria la tierra del Dorado,
tú sabes que el Dorado te embriaga con su olor,
tú sabes que en el anca de mi bridón alado
le llevaría en sueños al bosque encantador:
ahí está el árbol que habla, la piedra del pecado,
el pájaro-abanico, la mariposa-flor;
ahí están los tres reinos con los que tú has soñado
tres reinos que se ofrecen en pago de un amor.
II
Resinas olorosas esenciarán tu aliento;
orquídeas sorprendentes anudarán tu sien;
peñascos fabulosos te brindarán su asiento;
hamacas de palmera su lánguido vaivén.
Tú sentirás, señora, lo mismo que yo siento:
el río hará de sierpe y el bosque será edén.
La Tentación le llama. Y el río, el bosque, el viento
a voces el Dorado le está diciendo: —¡Ven!
III
El Amazonas te ama. Si te echas en el suelo,
bajo el festón de un árbol que es el del bien y el mal,
verás que retorcida con voluptuoso anhelo
simula una pulsera la sierpe de cristal;
y si mis brazos buscas para calmar mi duelo,
y cuelgas en ese árbol mi lira tropical,
verás que un arco-iris se extiende sobre el cielo
como la cola abierta de un gran pavo real.
IV
Señora: sube al anca, que mi bridón te espera.
¿No sientes que el Dorado te embriaga con su olor?
Cocuyo es cada chispa que salta y reverbera,
al golpe acompasado del potro volador...
Ya se estremece toda la andina cordillera...
Y pasan noches, días, semanas de fragor...
Pero ya viene el bosque, ya acaba la carrera.
Señora: ¡es el Dorado! Señor: ¡es el Amor!
José Santos Chocano