UN RAYO DE ESPERANZA
Súbita luz, relámpago propicio
Que al consumar el crimea me detienes,
¿Quién eres tú, por qué, de dónde
vienes,
De ella, de Dios, de mi ángel salvador?
¡Treguas no quiero yo! de muerte o vida
Sin vacilar me arrojo en la balanza:
Me entrego a ti, benéfica esperanza,
Pero otra vez no engañes mi dolor.
¡Bien! ¡no quiero morir! Mucho más digno
Es desafiar la cólera del hado:
¡Ánimo, corazón desesperado!
Haz otro esfuerzo, espíritu, y no más.
Que si paso por fin, si hay una tabla
Para mi brazo trémulo, ¡Dios santo!
De un abismo de lágrimas y espanto
A un paraíso treparé quizas.
Bogotá, agosto 9: 1852.
Rafael Pombo