LUIS OLIVARES
(Fragmento de una leyenda de este nombre).
I
LUNA DE MIEL
Era el año del Señor
Mil setecientos setenta;
No importa si algo en la cuenta
De más o de menos va.
La bella estación volaba
De mayo, blanca y serena,
Sobre el jardín de la amena
Santafé de Bogotá.
En el barrio de Las Nieves,
Que tanto drama acredita,
Se distingfue una casita
De Monserrate en el pie.
Pequeña, blanca y graciosa,
Fantasía de una indiana,
Sobre la verde sabana
Como un mirador se ve.
Árboles ricos de frutas,
Flores mil, césped tupido,
Parecen tejerla un nido
Y estarla arrullando en él;
Al son del crespo torrente
Que va entre un bosque de rosas
Lanzando espumas vistosas
Y refrescando el vergel.
Las auras puras del cielo
Entre aromas se regalan,
Y aromas blandos exhalan
A las rejas del Señor;
Y todo allí de ventura
Forma un concierto exquisito,
Todo parece bendito
Por un genio protector.
Se imaginara que el tiempo
Llegó al dintel, y encantado
Juró no pasar su arado
Sobre tan bello jardín.
Y sólo cuenta unas horas
De luz que jamás marchita,
De deleite que no irrita,
De amor que no tiene fin.
Sin excusar gasto alguno,
Con el capricho por tasa
Fabricó tan linda casa
Quien la vino a disfrutar;
Palacio cuya riqueza
No es el oro, ¡bien precario!
¡Consagrado santuario
Para sentir, para amar!
Dulce será ciertamente
Que nuestra mano construya
Cuanto sueño nos imbuya
La amante imaginación.
Levantar a nuestros ojos
De nuestra dicha los lares
Con cien discretos altares
Para darle adoración.
Edén sin árbol vedado
Donde del mundo se asila
Ya satisfecha y tranquila
Un alma partida en dos.
Que puede decirse en éxtasis,
Retando el mundano anhelo:
«Fuera de aquí sólo el cielo,
Antes de ti solo Dios».
Hacer la jaula del ave
Del paraíso del hombre.
Que tiene «esposa» por nombre
Y por nido el corazón.
La que a cantar uno enseña
Y a uno tan sólo le canta;
Y es dos veces suya y santa
Por la fe, por la pasión.
En esta mansión preciosa
Viven dos recién casados,
Felices, enamorados,
Y orgullo de Bogotá.
Luna de miel más propicia
Nunca dos novios soñaron;
Sueño de amor realizaron
Y el amor velando está.
Pasa el tiempo y rinde flores,
Pasa el aire y rinde aromas;
Dichosísimas palomas
Mimadas por el Señor.
No el encantado horizonte
En su extensión les presenta,
Ni una sombra turbulenta,
Ni una nube de dolor.
¡Mas ay del bien que con lágrimas
De sangre no fue comprado!
¡Ay del vaso regalado
Que un extraño romperá!
¿Qué cielo no ve tormentas?
¿Qué flor no esconde veneno?
Siempre tras el ángel bueno
El del mal volando está.
*
* *
Bello, rico, generoso,
Sin peros y sin lunares,
El joven Luis Olivares
Es de los jóvenes flor;
Siempre modelo del sastre,
Siempre centro del corrillo,
De los suegros estribillo,
Y de las damas favor.
Son una niña mimada
Su nombre y sus opiniones;
Sus palabras, tradiciones,
Un oráculo su voz.
No hay de formal y gallardo
Reputación más cumplida;
Porque él llenó la medida
Y ese uno no tiene dos.
Amó y fue moda querer,
Casó y casarse fue moda,
Y fue su espléndida boda
Regocijo universal;
Y es su mujer, cual mujer
De varón tan elegante.
Colmo de esposa y de amante.
Férvida y espiritual.
María, tal es su nombre,
Nombre de virgen del cielo;
Su tipo, andaluz modelo;
Y su patria, Bogotá.
Süave como esas brisas,
Graciosa como esas flores,
Y cual éstas dan olores.
Ella así delicias da.
*
* *
¡Desgraciados los que aman
Y celoso infamias lloran
Y sabe cómo se adoran
Aquel dulcísimo par!
¡Funesto espejo de dicha
Que a la desdicha exagera!
—¡Necios! ¡cual si no pusiera
Un plazo a todo el pesar!
Rafael Pombo