EL HOMBRE Y LA PULGA
Sorprendida in fraganti cayó la pulga un día,
Y cuando entre uña y uña llegó su hora fatal,
Dijo al verdugo, en tono que a un tigre amansaría:
«¡Perdóname, perdóname! ¡te hice tan poco mal!»
—«Es cierto, —él le responde—, tu picadura es leve,
Mas no por eso esperes mitigue mi rigor;
Muy poco mal me hiciste, mas ello se te debe
A que te era imposible hacérmelo mayor».
Rafael Pombo