LA ORUGA Y LA DAMA
«¡Ay! ¡qué gusano tan odioso y feo!
Quita lejos de aquí, me das horror»,
Exclamó Serafina al bamboleo
De cierta Oruga que su faz tocó.
—«No he de ser siempre así, —responde aquélla—.
Bien pronto rica en tornasol y en luz,
Galana mariposa oronda y bella
Has de admirarme y perseguirme tú.
»Y muchas niñas hacen, lo sospecho,
La misma metamorfosis que yo:
Orugas al salir del blando lecho,
Mariposa después del tocador».
Rafael Pombo