LOS LLORONES Y EL TOPO
Ardiendo en tontos anhelos
El mono y el asno un día
Cayeron en la manía
De importunar a los cielos.
—¡Ah! sin cola, ¿qué hago yo?
Chilló el mono en tonos tiernos.
—¿Y por qué no tengo cuernos?
El jumento rebuznó.
—Necios que así os lamentáis,
Les dijo el topo, ¿qué hiciérais
Si como yo, topos fuérais?
¡Tenéis vista y os quejáis!
Rafael Pombo