EDDA1
I
MI AMOR
Era mi vida el lóbrego vacío;
Era mi corazón la estéril nada;
Pero me viste tú, dulce amor mío,
Y creome un universo tu mirada.
A ese golpe mis ojos encontraron
Bella la Tierra, el ánima divina;
Mundos de sentimiento en mí brotaron
Y fue tu sombra el sol que me ilumina.
Si esto es amor ¡oh joven! yo te amo,
Y si esto es gratitud, yo te bendigo;
Yo mi adorado, mi señor te llamo.
Que otras te den el título de amigo.
Te amo ¡qué gloria! Que al oírme el mundo
Me execre y burle, déspota y perverso;
Te amara aunque me odiaras iracundo:
Fuera de ti ¡qué importa el universo!
Y no imploro tu amor, que siendo tuyo
Tu desprecio y desdén bendeciría:
Amarte, obedecerte, ese es mi orgullo,
Y amando tu desdén yo moriría.
Yo te idolatro, indigna de tu afecto.
Sí, porque no hay mujer digna de ti.
¡Pura imagen de Dios, hombre perfecto.
Proscrito arcángel que cruzó ante mí!
Yo he traslucido incógnito suplicio
En tu faz regia, en tu imponente voz:
La energía hay allí de un sacrificio,
Hay allí la tristeza de un adiós.
Siempre encanté con tu visión mis sueños,
¡Ah, son tan dulces! ¡siempre estás allí,
Astro de sabrosísimos ensueños
En que forjo mil cielos para ti!
¡Y allí te vi feliz, allí no pisas
El mundo indigno en que sufriendo estás,
Y son dulces, no amargas, tus sonrisas,
Y nada enturbia el brillo de tu faz!
¡Oh, si el amor de una mujer valiera
Por el santo dolor de un serafín.
Por verte alegre hasta tu amor yo diera
Mi porvenir, mi amor, mi ser, en fin!
¿Qué no hiciera por ti, soñado mío,
Cuando es mi luz la huella de tu pie?
Tu capricho esclavice mi albedrío,
Palma de mártir bríndeme tu fe.
Profeta que a mi espíritu anunciaste
La religión feliz del corazón,
Y el amor al Dios grande me enseñaste
Viendo su sombra en ti, su bendición.
¡Gracias, gracias! mancebo poderoso
De iluminada frente y pecho audaz,
En todo bello, en todo generoso,
De ningún mal, de todo bien capaz.
Así, cuando en instante incomparado
Tu irresistible atmósfera sentí,
Ciega, fatal, cual astro desquiciado,
Me lancé a ti para abismarme en ti.
Para vivir en tu recuerdo extática,
Y embellecer con él mi soledad;
Para gozar con mi pasión fanática
Ante la cual gritó la sociedad.
Para reír mirando tu sonrisa,
Para llorar mirándote llorar,
Para ser tu entusiasta poetisa
Y contigo incesante delirar.
Para querer cuanto amas o te ama
Y lo que odias o te odia aborrecer;
Eterna mariposa de tu llama,
Fiel tutelar y sombra de tu ser.
Alma que siempre tu alma reproduzca,
Corazón que lo tuyo sienta en mí,
Ojo que siempre por doquier te busca,
Labios que ruegan sin cesar por ti.
Cuando me ves, mi ser se diviniza;
Cuando te oigo, soy toda inspiración;
Y ¡oh! si te dignas darme una sonrisa
La dicha me sofoca el corazón.
Cuando respiro el fuego de tu aliento
Mi seno necesito comprimir,
Mi alma quiere volar a su elemento
Y en una aspiración a tu alma ir.
Cuando roza tu brazo mi vestido,
Cuando siento tu mano... ¡yo no sé...!
Lívida salto atrás cual león herido
Y tambalea trémulo mi pie.
Y si tú no eres tú... si das un paso,
Desplomada a tus pies viérasme allí...
¡La emoción infinita de un abrazo
Era mucho... era un rayo para mí!
Dios, tu eterno esplendor me abrasaría;
Hombre, ante ti es más débil la mujer,
Y nada bien sacrilega y bien fría
La furia más intensa del placer.
Mas dicha o infortunio... cualquier cosa
Que me venga de ti ¡bendita sea!
Tu esclava, tu creación besa orgullosa
La mano que la inmola o la endiosea.
Arrastrada hacia ti ciega me siento
Cual a su abismo el Tequendama va:
Húndame en él o salte al firmamento,
Siempre el golpe mi voz bendecirá.
Si te debo mis lágrimas mañana,
Hoy por ti soy feliz ¡amante soy!
¡Piedad para tu pobre bogotana!
¡No sé lo que te dije! ¡loca estoy!
Rafael Pombo
1 Esta Edda no tiene analogía ni relación ninguna con los libros de Islandia de ese nombre. Mi Edda es una joven de espíritu poético, ideal de pasión frenética, y al mismo tiempo elevada y pura, que ha dejado casualmente su historia íntima, el drama de su conciencia, en fragmentos inconexos de una especie de diario que llevaba. La moral es la salvación de la virtud de una mujer por el exclusivismo y la violencia misma de su pasión. Este fragmento y otro han sido traducidos en verso inglés por dos señoras norteamericanas.