A LA TEMPRANA MUERTE DEL GRAN POETA, Y TEÓLOGO INSIGNE DOCTOR IVÁN PÉREZ DE MONTALBÁN
Mártir ya de su mismo entendimiento,
¡oh, quién no le heredara la memoria
para no vincular el sentimiento!
¡Oh cuánto bronce la futura historia
tiene de ocupar líneas ciento a ciento,
que dirán, por que no quede al olvido,
«este murió de no ser merecido»!
La codicia le dio la muerte fiera,
que nunca le dejó la pluma ociosa,
y esta vez fue no más la vez primera
que sirvió la codicia virtüosa.
Quiso ser más que él mismo y, como él era
todo lo más, la cuerda artificiosa
que concierta el reloj de nuestra vida
quebró de no gastada, de oprimida.
Francisco de Rojas Zorrilla