EL CORAZÓN DE UNA HERMOSA
IV. EN EL BAILE
En el soberbio palacio
del marqués de la Pradera,
arde el placer, vibra el gozo,
hierve, esta noche, la fiesta.
Ved: es un baile de máscaras
con que los dueños celebran
el próximo casamiento
de su angelical Eugenia.
Nuestro alegre capitán
es el prometido de ésta;
Don Juan, que hoy es objetivo
de los hombres y las bellas.
El salón está poblado
de máscaras pintorescas,
de hermosísimas mujeres
con vestiduras espléndidas.
Torrentes de luz se escapan
de las grandiosas lucernas;
brillan los limpios cristales;
los diamantes centellean;
se iluminan los tapices;
resplandecen las diademas,
y en todo el salón se aspiran
embriagadoras esencias.
El capitán va vestido
a lo Luis Catorce; lleva
un elegante sombrero
con rizada pluma negra,
traje de raso y encaje,
todo bordado de perlas,
y una reluciente espada
a la cintura sujeta.
Eugenia, más seductora
que nunca, viste de Ofelia:
corona de blancas flores
su frente preciosa ostenta,
y su cuerpo la sublime
túnica de nieve, aérea.
Risas, suspiros y voces
despide la concurrencia
sólo una máscara grave
en un ángulo se observa.
Viste el traje de Pierrot;
gracioso antifaz de seda
cubre su rostro, y extraña
la multitud vocinglera,
que nuestro Pierrot sombrío
lleve una espada en la diestra.
Éste ve al capitán solo
y le dice con voz seca:
«Sois un bandido, Don Juan;
y por Dios, que la existencia
he de quitaros». «Villano,
calla o te arranco la lengua».
Así Don Juan le replica
y al mismo tiempo le muestra
del palacio suntuoso
la riquísima escalera.
Manuel Reina Montilla