A RAFAEL OCHOA
En los celestes ojos soñadores
la abrasadora luz del Mediodía;
su voz es un raudal de melodía;
su frente una mañana de esplendores.
Dibuja de su cuerpo los primores
blanca veste de raso y pedrería;
guardan sus labios mieles y ambrosía,
y arde su tierno corazón de amores.
Canta, y en ol azul vuelan triunfantes
despidiendo magníficas centellas
sus doradas estrofas palpitantes.
Lágrimas vierten sus pupilas bellas,
y en copa de zafiros y diamantes
bebe el fuego inmortal de las estrellas.
Manuel Reina Montilla