MISTERIOS GOZOSOS
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Alrededor de mí —lo estoy mirando
como en torno de un huérfano
un grupo de mujeres solícitas, piadosas—
mueve su lenta ronda protectora
la casa.
Madre que abre las puertas como abriera los brazos,
que ha levantado el techo igual que se levanta
la mano en bendición por sobre mi cabeza,
y que ofrece el arrimo de sus paredes sólidas
como quien da a un polluelo el hueco de sus alas.
Yo ya no puedo hablar. No tengo más palabras
que las que el amor urge y santifica
para mostrar aquí mi corazón
contento y sosegado,
en medio de la casa durmiendo, como aljibe
colmado.
Rosario Castellanos