MISTERIOS GOZOSOS
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Como Abel a Caín
para que lo guardase
me dieron don precioso
como de llamas y aire.
Las sendas de la tierra
las recorro temblando.
¡Ladrones de caminos,
no me vaciéis las manos!
Pues Dios reclamará
el tesoro confiado,
y yo ¿qué le daría
más que un oscuro rostro avergonzado?
Rosario Castellanos