CARTA LÍRICA
Y te adoré... De mi pasión romántica,
nacida a parecer dentro del pecho,
apenas brota la afligida cántica.
¿Oíste, a media noche, de tu lecho,
una voz que en la sombra se desata,
en honor de una bella?
Es mía la doliente serenata.
¿La hermosa? Tú eres ella.
¿Has leído la carta cariñosa
escrita, con mis besos, en la rosa
que arrojé a tú balcón una mañana?
En el templo rezabas pensativa,
¿recuerdas? Una sombra fugitiva
marchó un momento, la pared cercana;
tus ojos se volvieron, y en tu boca
el vuelo tuvo la oración cristiana.
Pero no me conoces. Nunca viste
mis ojos mustios, ni mi cara triste;
Y el nombre del poeta infortunado
nunca leerás al pie de sus canciones.
Acaso un día, algún enamorado
las murmure, rendido, a tus balcones,
ignorante de quién las ha inspirado.
Mas tú, gentil señora,
no echarás en olvido
al bardo que te dice que te adora...
Nostalgia siempre sufrirá tu oído
de mi pasión, de mi lenguaje cálido;
y vivirás un tiempo con la angustia
de ver mi frente en cada frente mustia
de ver mi rostro en cada rostro pálido.
Rufino Blanco Fombona