ENCARÉZCALO ESTE SONETO, A UNA HERMOSURA QUE MURIÓ DE REPENTE, TENIENDO UN RELOJ EN LAS MANOS
Todo un reloj ocupa su destreza
en avisarte, Antandra; presumida,
ser tu beldad eternidad mentida
que de humana te estorba la certeza.
Mas no logra; el aviso su fineza,
que su eficacia, en parte resistida,
pudo desengañar toda una vida
y persuadir no pudo una belleza.
Lo infalible parece que suspendes,
pues un reloj la vida te profana,
y én las horas prosigues de tu engaño,
De ti mismo el ejemplo desatiendes,
y hermosa yaces en la edad de vana.
Aun el tiempo es inútil desengaño.
Salvador Jacinto Polo de Medina