CHOQUE EN CADENA
Una centella,
después la alforja de un mendigo,
luego un loro de frac,
una mujer encinta
y un faro con una guitarra.
Frenó el loro y el faro cayó de rodillas,
se abolló la centella en la punta de un pino
y el mendigo quedó con la espalda encordada.
Solamente hubo un muerto en el paso de cebra:
la libertad que indicaba el camino.
Ningún guardia de tráfico levantó el atestado.
Lloraba, lloraba el semáforo
su lágrima en rojo.
Y mientras, a ciegas,
seguía, sin aire, girando el molino.
Pedro García Cabrera