A Pedro Lezcano
No es necesario que a la mar tú vengas
con la caña de pesca y el atuendo
de cualquier pescador. Con que te acerques
desnudo de palabras y de moldes,
te sientes a su lado y te sumerjas
olvidado de ti, de tus esquemas
de ver la vida y de idea el mundo,
con que dejes tu tiempo a las espaldas
y te hagas a su ritmo y sus rumores,
la mar queda engodada para darte
frutos de creación, nuevos remansos
que, siendo tuyos, los desconocías.
Muerto estarás si no te dice nada
su interior vecindad, si no procrea
Ahora no es un riesgo pensar
ni se asesina
en nombre de las patrias o los mares,
los sombreros de copa
o de pueblos que aún duermen
a la sombra de un árbol
y son analfabetos como un río
de caudalosas penas.
Ahora ya las manos son de verdad unas manos
y la palabra ha vuelto
a intimarse en la boca,
y cuando dice hombre
es saludo
y abrazo
y se puebla de estrellas.
Leyendo estoy en esta mar de ahora
a la luz de mañana.
(1966)
Pedro García Cabrera