A don José Peraza de Ayala
Mientras escucho fondo y penumbras
miro mis manos como
oscuras formas de moluscos
y de estrellas de mar.
Lejanas ascendencias
duermen su noche en mis sentidos
y me están susurrando
vidas que me existieron
antes de conocerme.
Mi piel es una pausa, el punto de reposo
de articulados nácares y colores rivales
que luchan por cumplirse.
Muchas gotas de sangre habrán rielado
para darme esta vida
que se piensa un arroyo en el que laten
silencios que me ahondan,
dientes que me progenian,
manos que me acompañan.
Muchos combates habrán sido librados
para darme esta boca con que beso
la alegría del mar en las arenas
de olvido de otros labios.
Y así viviendo estoy sólo de muertes
subidas al andamio de mi cuerpo
gritándome que soy la sed del agua
batiendo en los costados de una roca.
(1964)
Pedro García Cabrera