NOCHE DE ÁNIMAS
a José Luis Sampedro
Nuestros abuelos,
porteando el mendrugo del esclavo,
trabajaron de sol a sol.
Sin cejar, nuestros padres,
a costa de despidos,
huelgas, muertos y soledades,
ensancharon los días,
legándonos jornadas de ocho horas,
para que sonrieran nuestros brazos.
Pero hemos vuelto a las andadas,
nos han salido al paso
cuadrillas de horas extras,
el pluriempleo, salteador del ocio,
del paraíso del me da la gana.
Ahora trabajamos más que nunca
y no de sol a sol,
sino de insomnio a insomnio,
molidos de cansancio
estrujados los huesos.
Estamos condenados
a sufrir escaladas de fatiga,
a no hallar agujeros al descanso,
a malbebernos la amistad y el vino.
Trabajamos más horas
solamente
para pagar a plazos
el ataúd de la esperanza.
Pedro García Cabrera