COMPAÑERA TE DOY
A Sebastián Mora Mora y Julia
El aire del hogar
no es aire a la intemperie;
está domesticado, tiene anillo
y se frota el hocico en el espejo
donde te anudas la corbata.
El aire del hogar, su blanco aliento,
es una primavera de color,
el perrillo faldero de tu compañera.
Piénsalo ahora en su trajín. La sigue
hasta las puntas de los, dedos,
donde los frutos de los movimientos
maduran lo que tocan:
ya sea el libro en que acuestan a dormir las ideas,
ya el juguete que ríe en los zapatos de los niños,
ya el jazmín que florece la mata de savia de su cabellera,
ya el hornillo en que canta el agua hirviendo.
¡El aire del hogar! Míralo, óyelo,
cómo sigue, por veredas de sangre,
el decir de sus manos,
viviéndole por dentro crisálidas de tactos,
madrigueras de coyunturas,
mariposas de ademanes,
madreselvas de ternura,
cuando trafica cacerolas y porcelanas,
o le pega un botón a la camisa,
o le da de beber a los pollitos.
¡El aire del hogar!
Allí te espera y sale a recibirte,
meneando la cola como un perro,
la sonrisa del pan sobre la mesa.
Pedro García Cabrera