ALONDRA DEL GALGO CAMPEÓN
Viene corriendo mi galgo
por las calles de mis ojos;
azúcar tostado, el cuello,
color de tabaco, el lomo.
Viene corriendo una liebre
que no se ve en los canódromos,
la liebre azul de los sueños,
toreadora de acosos.
Mis venas todas se van
alargando poco a poco
y para verle correr
se me suben a los hombros.
Ni cohetes buscapiés
ni perfumes de heliotropo:
relámpago de canela,
mi galgo lo vence todo.
Cuando recorre la calle,
profesor del trote corto,
va siempre por las aceras
sin descender al arroyo.
Entonces, verjas, esquinas,
árboles y niños bobos,
pestañas de los aleros
y asfaltos con pies de plomo,
se salen de sus casillas,
chocan los unos con otros,
y sus pupilas componen
fotomontajes redondos
con veloces arcos libres
y tiernos ángulos rotos.
Que nadie toque a mi galgo,
mi galgo tan dulce como
racimo de la vendimia
en los labios deI otoño.
Que nunca me lo condenen
a bailar rigodón de oso.
Que me lo dejen a mí,
a mí y al viento tan sólo,
relámpago de canela
por las calles de mis ojos.
Pedro García Cabrera