ALONDRA DE LA NIÑA TRAVIESA
En una fuente del bosque
está una niña encerrada
llorando a lágrima viva
arroyos de lunas blancas.
La fuente, por dentro, es
como una lisa cabaña
con el tejado de vidrio
y las paredes de agua.
La niña que llora en ella
tiene la carne empapada
de un blanco dolor de lluvia
y transparentes escarchas.
De tanto frío en los ojos
y tanta nieve el alma
se han puesto los cabellos
como la flor de la caña.
Y es tan armiño su llanto,
tan honda su pena blanca,
que se han quedado ateridos
los frescos lirios del alba.
Nadie sabría, mirando
los cristales de su cara,
dónde termina su rostro
ni dónde comienza el agua.
Y todo fue porque quiso
coger en la madrugada
una estrellita desnuda
que en la fuente se bañaba.
Resbaló en la luna verde
y se quedó aprisionada
en la mazmorra de azogue
de los sótanos del agua.
Y está esperando a que vengan
los sauces a libertarla.
Pedro García Cabrera