ALONDRA DE LAS DOS ORILLAS
Al saltar la soga
de derecha a izquierda,
cantaban las niñas
su gozo de estrellas.
«Dejo en este lado
la orilla desierta
y en la otra me encuentro
un reloj de arena.
Salta mi alegría,
no saltan mis piernas,
que mi corazón
lo llevo a la izquierda».
Y al saltar la soga
de izquierda a derecha,
cantaban las niñas
su llanto de estrellas.
«Dejo en este lado
mi alegría abierta,
mi rojo lucero,
la flor de mis venas.
No salta mi gozo,
que saltan mis piernas,
pues mi corazón
lo dejé a la izquierda».
Y así transcurría
de derecha a izquierda
la voz de la tarde
de izquierda a derecha.
Pedro García Cabrera